Vuelve la promesa de la vivienda nueva, casas con dos y tres habitaciones, salón-comedor y cocina, áreas verdes y garaje, y mientras tanto, en el centro de las ciudades los carteles de “Se vende” ocupan más y más ventanas. Plantearse comprar una vivienda usada siempre trae consigo el miedo a la reforma, pero más que plantearlo como una película de terror deberíamos mirarlo como una oportunidad.
Una casa para reformar nos da la opción de adaptar esta a nuestras necesidades, un folio en blanco en el que espacio se plantea para servirnos a nosotros en vez de pensar donde meter cada una de nuestras pertenencias. Si los usuarios de la vivienda son una pareja mayor, o una persona sola, los espacios no van a ser los mismos que los de una pareja joven con intención de tener familia, e incluso dentro de un mismo perfil los intereses y aficiones de cada persona demandan diferentes espacios dentro de una casa. Si lo que necesitas es una sala de música, una biblioteca y un dormitorio, ¿Por qué comprar una casa con tres habitaciones?
A parte de la oportunidad que supone transformar una casa adoptándola al usuario, reutilizar las viviendas ya construidas implica un menor gasto material y energético que levantar un nuevo edificio. Si la tendencia es a reciclar, reutilizar y re-usar ¿Porqué no hacer lo mismo con nuestras viviendas?
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